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Una pieza que dio muchas vueltas, en la que Paula, estudiante de Comunicación Audiovisual, iba a combinar material de archivo con grabaciones en el ambiente familiar y en la ciudad de Compostela. Finalmente, el material de archivo inundó el proceso de montaje, y queda una pieza evocadora que deja la sensación de que las estructuras familiares son responsables en buena parte de los desequilibrios que sufriría su protagonista desde muy joven.

“Valoro mi paso por el Laboratorio de Cine como una experiencia muy positiva. Yo soy estudiante de Comunicación Audiovisual y padecí sufrimiento psíquico y psiquiatrización en dos ocasiones, por lo que la oportunidad de expresarme que se me presentaba era única para mí. Por un lado, hablar de cine, descubrir referencias, repasar los procesos de ideación y creación de una pieza audiovisual (que nunca está de más), entender la técnica como herramienta para canalizar nuestra creatividad… Por otro, vivir la experiencia tan intensa que es un rodaje, a través de mi proyecto o con el de otros compañeros. Mención aparte para el curso de interpretación impartido por Camila Vecco, en el que exploramos nuestro interior a través de la creación escénica en un ambiente de total confianza y tolerancia.

El curso se desenvolvió a lo largo de todo el verano y fue mutando con el grupo. Teniendo en cuenta que toda la gente que participaba padecíamos sufrimiento psíquico, fue habiendo momentos de ausencia e incorporaciones que se encajaron de forma muy orgánica y adaptada a nuestros ritmos.

Descubrí los vídeos maravillosos e surrealistas de Maya Deren, la trágica historia de Chantal Akerman, la letanía hipnótica de Jonas Mekas, la sensibilidad de Agnes Vardá… me acerqué al cine desde un punto de vista más interesante, sin las presiones de la universidad sino por pura curiosidad y disfrute, fue un verdadero privilegio descubrir autoras desde la perspectiva de Cora.

Los ejercicios también me gustaron y motivaron más que la universidad, de hecho, en toda la carrera se hacen muchas menos prácticas en proporción que en este laboratorio.

Después de absorber los distintos conocimientos teóricos llegó el momento de proponer mi proyecto personal. Esta parte se articuló a través de tutorías y quedadas diversas. En esta segunda parte todo el grupo estrechó lazos, ya que varios de nosotros juntos fuimos a localizar, ayudamos con el resto de cortos… fue una experiencia muy enriquecedora. Sufrí un proceso creativo complejo, que comenzó a finales de agosto con vistas a hacer una gran superproducción y acabé haciendo un vídeo experimental con imágenes de archivo y las voces de mi madre y mis amigas. El guión que comencé quedó a medias para dar paso a una pieza completamente distinta. Además, durante este proceso reviví mis experiencias pasadas y tuve buenos y malos momentos que me hicieron sacar conclusiones con respecto a mi obra: no quería algo dramático, incluso buscaba un punto cómico, no quería apuntar a ningún culpable, aunque en lo personal, en ocasiones, sí caía en eso, y quería sentirme estéticamente representada. No sé si lo conseguí de todo o no, pero lo importante fue el viaje, todo lo que aprendí, a quien conocí, los buenos días que pasé compartiendo con mis compañeras…

Por último, comentar el taller de expresión escénica que impartió Camila Vecco. Entre todas creamos un ambiente fantástico: cálido, sensible, generoso, natural… Hablamos de cosas muy íntimas a través de los distintos ejercicios que nos fue proponiendo y todo fluyó de una manera muy cómoda. No había nada obligatorio, nadie estuvo sola en escena, siempre nos acompañábamos. Hablamos de lo que nos gusta, de lo que echábamos de menos, de lo que nos daba miedo, de nuestra infancia… El ejercicio que más me gustó fue al final. Creamos un altar que reflejaba nuestra personalidad con objetos personales que nos mandó llevar a la actividad. Desde ahí hicimos una síntesis de nosotras mismas que cada una llevó a una pequeña pieza escénica. Una vez más, todas colaboramos en lo de todas, ayudamos y compartimos. De lo bien que lo pasamos nos quedamos todo el resto del finde juntas, a la hora de la comida o por la noche, charlando sobre nuestras experiencias vitales.

En conclusión, para mí fue una experiencia muy positiva. Agradezco mucho a Cora que nos diese voz y que crease esas sinergias tan interesantes, teniendo en cuenta que nuestra enfermedad es un camino de soledad y de delegar nuestra libertad en médicos y familiares.”

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